Tomar decisiones desde la oportunidad y no desde el miedo
Hoy quiero conversarte sobre los momentos en que debemos tomar decisiones y debemos optar entre decidir desde la oportunidad y no desde el miedo, para poder realmente seguir avanzando.
«Las puertas que abrimos y cerramos cada día deciden la vida que vivimos»
Flora Whittemore
Y el mundo tuvo miedo.
El miedo nos lleva a tomar decisiones apresuradas que luego parecerán absurdas.
Y el miedo nos lleva a no tomar o postergar decisiones que podrían ayudarnos.
Cuando estamos en momentos de crisis, cambio e incertidumbre, como el que vivimos hoy globalmente a causa del Covid-19, nos enfrentamos a un gran número de puertas diferentes por las que podemos seguir nuestro camino.
Estamos obligados a tomar decisiones hoy, si queremos que al pasar este momento difícil nuestros emprendimientos continúen en pie.
Lamentablemente, no todas las puertas nos conducen a oportunidades de crecimiento.
Hay puertas que abrimos por precipitarnos a tomar decisiones sin pensar.
Otras puertas que abrimos por miedo.
Puertas que dejamos cerradas porque lucen muy pesadas y difíciles de abrir, aunque tal vez nos abran paso a un camino mejor.
Y finalmente puertas que serían buenas opciones pero que ni siquiera consideramos porque no tenemos la información completa.
Toda decisión que tomamos, no solamente hoy, sino a lo largo de toda nuestra vida, en las buenas y en las malas, en temas personales y profesionales, decisiones grandes y decisiones pequeñas, involucra una gran incertidumbre.
Cada vez que tomamos una decisión hay un riesgo, aunque sea pequeño, de que una decisión alternativa hubiera sido más favorable.
Y cada vez que tomamos una decisión, realmente estamos decidiendo “no hacer” o “no elegir” un montón de opciones que teníamos como alternativa.
Cada vez que abrimos una puerta, asumimos el riesgo de enfrentarnos a lo que tiene detrás y, además, dejamos de abrir otras puertas.
De modo que, a fin de optimizar las probabilidades de tomar decisiones que nos resulten favorables, es conveniente que obtengamos la mayor cantidad de información sobre los elementos que afectan la decisión. Enfocarnos en todo lo que reduzca la incertidumbre acerca de lo que hay del otro lado de la puerta que deseamos cruzar.
Mientras más información tengamos, mayor certeza habrá sobre lo que pasará a consecuencia de nuestra decisión.
Por otro lado, es importante no solamente recopilar información sobre la decisión que deseamos tomar. También debemos evaluar con detalle todas las alternativas, las otras puertas que podríamos abrir.
De esta forma, nos aseguramos de reducir los niveles de incertidumbre y optimizamos la posibilidad de decidir lo que más nos conviene.
¿Qué pasa en nuestras decisiones cuando sentimos miedo?
Vamos a partir, como de costumbre, de la definición oficial, de la Real Academia Española, quien define miedo como:
«Angustia por un riesgo o daño real o imaginario. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.»
El miedo, entonces, es una emoción básica de alerta y nerviosismo. Es una respuesta ante un peligro, una reacción de defensa que está destinada a evitar que nos ocurra algo malo.
Cuando sentimos miedo, generalmente se producen dos posible respuestas: huida o enfrentamiento. Ninguna es mejor que la otra. Lo acertado de cada una depende de las probabilidades que tengamos con cada una de ser exitosos en nuestra respuesta. Una vez más, lo acertado de la respuesta dependerá de la cantidad de información que tengamos respecto a cuál de las opciones (huir o enfrentar) tiene más probabilidad de ser exitosa.
Tener miedo no es malo. Por el contrario, es una emoción necesaria. Cuando no sentimos miedo no medimos las consecuencias, no nos frenamos, no analizamos. Y eso nos puede conducir a fracasos.
Lo que si es un problema es permitir que sea el miedo quien dirija la toma de decisión.
El miedo es un alerta, pero es mal consejero sobre el curso a seguir.
Dejemos que el miedo nos traiga un alerta en el camino, pero una vez reconozcamos el servicio que nos ha prestado con su alerta, hagámoslo a un lado y no permitamos que nos conduzca en nuestras decisiones.
Cuando actuamos bajo el miedo, enfocamos la atención en unos pocos estímulos. Y si nos enfocamos en pocas cosas, no evaluamos con objetividad toda la información que requerimos. No utilizamos todos los recursos con que contamos para reducir la incertidumbre.
Cuando pasa el momento de miedo, hay relajamiento muscular. Bajan las pulsaciones. La respiración se calma. Es allí cuando debemos tomar nuestras decisiones.
Las decisiones desde el miedo generan más ansiedad, mientras que las decisiones desde la calma y el crecimiento generan tranquilidad.
¿Qué tipo de decisiones son promovidas desde el miedo?
Te comparto algunas que he encontrado en las lecturas que hice para preparar este documento (que como de costumbre te listo abajo como referencia de la fuente original):
- Decisiones de huida, en lugar de decisiones que acercan a la meta: Cuando nos escapamos y preferimos no seguir adelante en la consecución de nuestros objetivos porque nos da miedo fracasar.
- Dilación de decisiones: Cuando sabemos que es momento de tomar una decisión porque el no tomarla a tiempo es en si misma una decisión equivocada, pero tenemos tanto temor de abrir la puerta equivocada que preferimos los problemas que acarrea la no decisión (que conocemos) que los potenciales problemas que podría acarrear una decisión equivocada.
- Decisiones cambiantes: Cuando tomamos decisiones y no las mantenemos, sino que las cambiamos constantemente, por temor a asumir las consecuencias que conlleva la consistencia y el compromiso con un curso de acción.
- Sacrificios absurdos: Cuando decidimos con un estoicismo innecesario, sacrificando cosas que podrían haberse rescatado en el camino sin afectar la meta.
- Decisiones que no se “sienten” adecuadas: Cuando tomamos una decisión que no nos convence realmente. Todos hemos pasado alguna vez por esto. Decidimos una opción movidos por diversas razones, pero en nuestro fuero interno sabemos con certeza, “sentimos”, que no es la decisión adecuada.
- Emergencias que distraen de la meta: Cuando decidimos presionados por una situación imprevista, sin tomar en cuenta cuánto esa decisión nos aleja de nuestro foco principal de atención.
- Decisiones movidas por los juicios de los demás: Cuando decidimos en base a lo que pensamos que será “mejor visto” o “aprobado” por otros. Muchas veces las mejores decisiones son difíciles y no siempre son comprendidas, al menos en el corto plazo, por todos los interesados. No debemos permitir que el juicio de otros sea un elemento decisivo, aunque puede obviamente ser un elemento para considerar durante la evaluación de opciones y escenarios.
Cuando tomamos decisiones hay un elemento de incertidumbre:
La falta de información genera incertidumbre.
La información falsa, no verificada, genera incertidumbre.
El exceso de información confunde, y también genera incertidumbre.
Y la incertidumbre genera miedo:
Miedo a equivocarse, a perder, a quedar mal
En momentos como el que vivimos actualmente, la incertidumbre y el miedo son más altos que lo usual. De modo que el riesgo de decidir abrir la puerta equivocada es mucho más alto. Y lo que nos corresponde es evitar decidir desde el miedo.
La clave está en no permitir que el miedo nos paralice, pero al mismo tiempo evitar decisiones impulsivas que llevan a cambios de “posible” impacto inmediato pero que afectan a largo plazo.
¿Qué hacer entonces para optimizar las probabilidades de decidir abrir la puerta adecuada durante esta crisis?
Lamentablemente no hay una respuesta única.
Para cada negocio y cada entorno y país la respuesta es diferente.
Mientras a algunos puede resultarles más conveniente esperar y aguantar decisiones, para otros puede ser imprescindible arriesgarse a tomar decisiones con rapidez.
Cualquiera sea el caso, lo que si es cierto es que la fórmula para entender lo que más nos conviene es comenzar a decidir desde la oportunidad y dejar de decidir desde el miedo.
¿Cómo tomar decisiones desde la oportunidad y no desde el miedo?
- Infórmate. Busca todas las fuentes fiables de información que puedan ayudarte a completar un panorama claro de tus opciones.
- Define el problema. Mientras más desglosado y específico tengas el problema sobre el que quieres tomar una decisión, mayores probabilidades tendrás de tomar decisiones que efectivamente le den respuesta.
- Analiza. Evalúa diversas opciones. Analiza cada posible puerta. Con la información que tienes evalúa los diversos cursos de acción y sus posibles consecuencias. Trata de entender las ventajas y limitaciones de cada opción.
- Apóyate en lo positivo. No sigas el fatalismo. Aunque siempre debes prever los posibles escenarios (no queremos tampoco proceder con un optimismo ingenuo) y estar claro en los riesgos y problemas, trata de maximizar lo positivo con que cuentas. Puede interesarte en este sentido un reciente artículo sobre el optimismo realista que puedes leer o escuchar en este enlace: Optimismo realista Vs. Optimismo ingenuo.
- Mantén tu foco. Aunque sea necesario ser flexible y ajustar sobre la marcha para poder navegar estas aguas tan turbias y movidas, asegúrate que tu destino final, tu visión, permanezcan siempre como norte.
- Ejercita la auto disciplina. Muchas veces la decisión necesaria no es la más sencilla. Cuando lo más fácil busca prevalecer por encima de lo conveniente o necesario, es cuando se hace más vital que nos comportemos con alta auto disciplina, manteniéndonos con un enfoque claro y exigiéndonos a nosotros mismos lo que sea necesario para cruzar la puerta adecuada. Puedes leer o escuchar un artículo anterior sobre la autodisciplina en este enlace: Lo logré, soy mi propio jefe… ¿Y ahora qué?
- Da seguimiento y ajusta. Por más que tratemos de tomar la mejor decisión, los niveles de incertidumbre actuales y, sobre todo, lo cambiante de los escenarios mundiales que de forma impredecible toman giros a diario, hay una probabilidad de que tomemos decisiones equivocadas, o al menos no las más acertadas. Si nos mantenemos en seguimiento y monitoreo constante, podemos ver temprano si hemos cometido un error y ajustar rumbo a medida que sea necesario.
No superes la crisis inmediata a costa de tu futuro.
Haz todo lo que esté en tus manos para reducir los niveles de incertidumbre en los temas que afectan a tu emprendimiento para asegurarte que cuando podamos nuevamente abrir la puerta y salir de nuestra cuarentena, lo hagamos por la puerta adecuada, aquella que maximice nuestras oportunidades y las posibilidades de ser útiles y proveer servicios y productos que contribuyan de forma positiva en la reconstrucción de nuestro futuro global. Asegúrate de tomar tus decisiones desde la oportunidad y no desde el miedo.
Collage digital sobre foto de quimono en Canva
Celia tu tema de hoy me agradó mucho. Oportuno, claro acertado y orientativo. Lo lei y escuche