¿El empendedor nace o se hace?

Emprendedor nace o se hace

Al tratar temas relacionados con la mentalidad emprendedora, con frecuencia la gente me pregunta si pueden o no ser emprendedores. Cuando uno se hace esta pregunta, se asume que existen un conjunto de cualidades con las que naces, y que tienes o no tienes y dependiendo de ello podrías o no llegar a ser un emprendedor. La eterna pregunta acerca de si el emprendedor nace o se hace.


“Naciste para ganar. Pero para ser un ganador debes planificar para ganar, prepararte para ganar y tener la expectativa de que vas a ganar”

Zig Ziglar

Si prefieres, puedes escuchar el audio completo del artículo en el siguiente enlace:


Es difícil dar respuesta a esta pregunta de una forma absoluta, con un “si, puedes” o “no, ni lo intentes”. Cuando se trata de mentalidad emprendedora no nos movemos en blanco o negro. Nos movemos en un sin fin de tonos medios que matizan cada experiencia particular.

Hay quienes desde muy pequeños tienen interés por emprender. Niños que son los primeros en buscar la forma de obtener algún ingreso, vendiendo algo o haciendo algún servicio. Niños que tienen mayor facilidad para destacarse como líderes y guiar a sus compañeros en el desarrollo de tareas.

Te cuento mi propia historia, emprendiendo como niña

Mi primer emprendimiento cuando era niña fue un periódico que escribí inspirada en el periódico que mensualmente circulaba en mi colegio escrito por las estudiantes. Tendría yo unos 11 o 12 años. Recuerdo que pasé varios días escribiendo cada sección. En aquella época no teníamos computadoras, de modo que lo escribí en una máquina de escribir de las de antes. Tuve que escribir dos copias, porque mi primera audiencia fueron mis padres (una copia) y mis tíos (otra copia). Fue una edición de dos ejemplares.

Esa iniciativa no duró mucho más allá de esa primera edición. Pero a lo largo de mi etapa escolar, fui muchas veces delegada de curso y en general asumía con frecuencia tareas en las cuales debía coordinar y organizar actividades, incluido, un año, el periódico escolar. Sin saberlo, esas actividades con las que me sentía cómoda y disfrutaba, me estaba preparando para poder, en el futuro, dirigir proyectos más grandes.

Emprendiendo como estudiante universitaria

Al terminar el colegio y comenzar la vida universitaria, inicié con mi mejor amiga un negocio de papeleras hechas a mano. Eran unas papeleras artesanales de cartón entrelazado. Hicimos muchas y las dos las vendimos entre nuestros compañeros de primer semestre de la universidad. Recuerdo ir a la universidad cargando en el bus dos y tres papeleras que nos habían encargado.

Más adelante, me dediqué a coser camisas. Yo solía coser casi toda mi ropa y había hecho una camisa que a muchas de mis amigas les gustó. Varias me dijeron “hazme una, que te la compro”. Y así comencé. En un par de meses cosí como 20 camisas. Llegaba de la universidad y luego de estudiar y hacer mis trabajos, cosía los encargos para el siguiente día.

Justo en esa época, cuando ya tenía dos meses en mi negocio de camisas hechas a mano, recibí una oferta para entrar a trabajar en una agencia de publicidad como asistente de investigación de mercados. En ese momento mi carrera de emprendedora se detuvo por 10 años, hasta que decidí apoyar a mi esposo con su empresa de estudios de mercado y retomé mi camino como emprendedora. Desde entonces, no he mirado hacia atrás. Cada nuevo esfuerzo profesional ha estado amarrado a un emprendimiento.

¿Los aspectos innatos son los únicos que influyen?

Y como yo, muchos emprendedores han empezado con iniciativas pequeñas, desde niños.

Algunos pueden argumentar que historias como ésta nos darían un indicio de que hay aspectos innatos que influyen la decisión de emprender.

Sin embargo, hay otras partes de la historia por contar. Debemos tomar en cuenta, por ejemplo, que en mi casa mi papá era emprendedor. Luego de varios trabajos como empleado, decidió lanzarse con su propio negocio. Era técnico dental y tenía su propio laboratorio. Mamá, mi hermana y yo lo ayudábamos. Mamá le diseñó el logo y hacía las facturas. Mi hermana y yo hacíamos algunas labores de limpieza de equipos y organización de materiales.

Viendo trabajar a mi papá, aprendí que ser emprendedor no solamente implicaba la capacidad de hacer bien su trabajo como técnico dental, sino también exigía destrezas administrativas y gerenciales. Recuerdo verlo al final de cada mes sacando cuentas en un cuaderno de contabilidad, anotando las ventas, cobranzas, cuentas pendientes. Y hacer gráficos en papel milimetrado para ver cómo habían crecido (o decrecido) sus ventas a lo largo del año. Más adelante, emprendió también como organizador de la comunidad de técnicos dentales en Venezuela, un emprendimiento social sin beneficio económico, y yo fui su asistente en toda la labor administrativa y secretarial que necesitaba.

En ese sentido, alguien podría decir que mi interés por emprender provino de seguir el ejemplo de mi padre y la experiencia vivida desde pequeña en casa, que me permitió aprender destrezas gerenciales y administrativas, las cuales aprendí al apoyarlo.

De modo que la discusión acerca de si el emprendedor nace o se hace no es lineal ni conduce a una sola respuesta.

El emprendedor no nace o se hace, el emprendedor nace «Y» se hace

Mi respuesta, cuando me preguntan si pueden o no pueden emprender, si tienen habilidades y capacidad o no, siempre se dirige a destacar la importancia de encontrar las fortalezas y debilidades de la mentalidad de cada persona en cada momento específico de su trayecto profesional. Esas fortalezas y debilidades son dinámicas y cambiantes. Evolucionan con la experiencia.

Estoy convencida de que la mentalidad emprendedora es compleja y se compone tanto de elementos innatos como de destrezas aprendidas.

Es verdad, algunos nacemos con mayor predisposición a emprender. Tal vez nuestra personalidad nos permite asumir más riesgos, ser más independientes, o tener habilidades de organización y planificación más altas que otras personas de nuestra misma edad o nuestro mismo entorno. Pero, si esas capacidades innatas no encuentran un caldo de cultivo favorable en un entorno que los aliente y los desarrolle, no necesariamente evolucionan hacia un emprendimiento.

Digamos que ocurre lo mismo que a las personas que nacen con otras aptitudes. Hay quienes desde pequeños tienen habilidad para la música, para el deporte, para las ciencias, o las matemáticas, por ejemplo. Si bien esa habilidad innata es muy importante, la adecuada exposición temprana y consistente a una educación formal y un entorno que permita desarrollar esas capacidades, es lo que permitirá que alcancen su mayor esplendor.

No todos los que nacen con habilidades e interés para el emprendimiento alcanzarán a desarrollar negocios exitosos. Y muchos que nacen tal vez con menos cualidades innatas, pueden quizas ser exitosos por vía del estudio, la preparación y el esfuerzo.

La mentalidad emprendedora, entonces, Nace «Y» se hace.

Es una combinación de las cualidades innatas junto con el esfuerzo y la formación.

La buena noticia es que, gracias a eso, podemos compensar o modular con aprendizaje aquellas características que tenemos naturalmente menos desarrolladas o que tenemos tal vez desarrolladas en exceso. Podemos aprender, por ejemplo, a decidirnos a asumir más riesgos si esa cualidad no es muy destacada en nosotros, y también podemos aprender a no desbocarnos, si nuestra tendencia a asumir riesgos es naturalmente muy alta.

EMP Entrepreneurial Mindset Profile

Es por eso que cuando encontré el EMP (Entrepreneurial Mindset Profile) inmediatamente me atrajo como una herramienta sólida y me decidí a certificarme en ella. Se trata de una herramienta desarrollada por el Eckerd College, FL, USA, que mide la mentalidad emprendedora a lo largo de 7 dimensiones de personalidad y 7dimensiones de destrezas. Es una herramienta de medición extremadamente útil porque su aplicación y análisis toma en cuenta las circunstancias particulares en que el emprendedor y su emprendimiento se encuentran en ese momento específico, y permite definir acciones específicas para desarrollar los elementos que sean más necesarios y apliquen mejor a los retos que se enfrentan en ese momento en particular.

Si deseas conocer más sobre esta herramienta, puedes revisar un artículo anterior sobre este tema (Mentalidad emprendedora: ¿Qué es? ¿Cómo te ayuda? ¿Cómo medirla?) y puedes visitar mi página de servicios profesionales de consultoría. Y si te interesa realizar la evaluación, puedes solicitarlo directamente a través de ese enlace o puedes escribir a celia@eslabonesdenegocio.com.

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